lunes, 7 de febrero de 2011

CLAMOR DE JUSTICIA

¿Qué cosas están mal en nuestro mund: ciudad, país, familia e iglesia?

Sin duda alguna se puede hacer una lista, de varios metros de largo, con todas las cosas que están mal en este mundo donde vivimos. Dios sabe con amplitud y precisión cuál es nuestra condición como seres biológicos, sociales, y espirituales; es por eso que Jesús cuenta una parábola con el propósito manifiesto de que sus discípulos «oren siempre sin desanimarse»

Cuando el problema está delante nuestro, ¿buscamos la manera de solucionarlo? O quizás ¿oramos al Señor?
Cuando oramos al Padre, lo hacemos hasta que nos responda o ¿nos desanimamos y dejamos de orar?

«Había en cierto pueblo un juez que no tenía temor de Dios ni consideración de nadie. En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: “Hágame usted justicia contra mi adversario.” Durante algún tiempo él se negó, pero por fin concluyó: “Aunque no temo a Dios ni tengo consideración de nadie, como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia, no sea que con sus visitas me haga la vida imposible.” »
Continuó el Señor: «Tengan en cuenta lo que dijo el juez injusto. ¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que sí les hará justicia, y sin demora. No obstante, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» NVI

Recordemos que es una parábola y no una alegoría, donde cada detalle de la narración tiene un significado.

Podemos decir que los que oran, al igual que la viuda desamparada, deben tener dos convicciones inalterables

1. Algo está mal: ¿Qué está mal: en el país, la ciudad, la familia, la iglesia? Lo que está mal hoy seguirá estando mal en mil años, en diez mil años, siempre. El tiempo no hace que lo malo se haga bueno.
2. Alguien puede solucionarlo: ¿Quién puede solucionar los males: del país, la ciudad, la familia, la iglesia?
Debemos orar, debemos hacerlo con la convicción de la viuda; solo así no desmayaremos.

Pero |siempre hay un pero| debemos tener presente las palabras del Señor, no ya dentro de la parábola sino en la aplicación que él hace a sus discípulos:

 Dios hará justicia v7. ¿Qué significa esto? Justicia es lo que quiere el Justo, y ¿qué quiere el justo?

Preguntémonos: ¿Dios quiere que tenga casa propia? ¿Quiere que tenga auto propio? ¿Quiere que tenga negocio propio?

Si preguntamos a los hermanos que ya tienen casa, carro y negocio propio ¿recibieron lo que Dios quiere darles? Ellos dirán que NO. Porque muchos impíos tienen lo mismo y hasta mejores cosas que estás. Con relación a los bienes temporales, que los discípulos pueden tener, el Señor Jesús los catalogó como añadiduras.

Entonces, ¿qué quiere el Justo? ¿qué quiere Dios?
Quiere que sus hijos sean como su Hijo: adorador, lleno del Espíritu Santo, humilde, generoso,…

Si pedimos al Padre estas cosas, dice Jesús, ¿se tardará en respondernos?


 Los discípulos deben clamar. Clamar, ¿qué es esto? Leamos despacio: Grito o voz que se profiere con vigor o esfuerzo. Grito vehemente de una multitud. Voz lastimosa que indica aflicción o pasión de ánimo.

Cuando oramos pidiendo ser como Jesús, adoradores como Jesús, testigos como Jesús, siervos como Jesús, ¿lo hacemos con voz vigorosa? ¿se puede decir que nuestra oración es esforzada? Muchas veces no recibimos respuesta porque no nos esforzamos, no solo no orando o no asistiendo a un centro de oración, sino que la oración aquí en el templo y en nuestras casas es floja, superficial, ritual.

Cuando oramos, ¿alguna vez hemos gritado una oración? No digo que le gritemos a Dios como falta de respeto, decimos junto a los salmistas ¡Oh Dios, escucha mi clamor…! Sal 61.1
La iglesia no ha gritado su oración como un solo hombre.

Cuando oramos, nuestra oración indica por el tono de voz (no porque lo pensamos, sino que lo sentimos) aflicción o pasión de ánimo. Es decir, ¿se puede sentir nuestro dolor cuando oramos?
Quizás no recibimos respuesta porque no parece importante _doloroso_ lo que pedimos. Es como si nos diera igual que Dios responda o no.

Amados hermanos, necesitamos orar con la convicción de que a) hay algo que está mal (principalmente en nuestra vida) b) alguien puede solucionarlo; y necesitamos que nuestra oración sea un clamor que pide que se haga lo que el Justo quiere ¡el quiere que seamos como Jesús!